La delincuencia no tiene freno en El Salvador. Los asesinados se cuentan a diario en cualquier punto del territorio. Aparecen los cuerpos enterrados, semienterrados, embolsados, en canaletas, en predios baldíos, en las carreteras, en fosas ilegales, en los cantones, en las ciudades, en todas partes.
Causa curiosidad que funcionarios de alto rango en el Gobierno acusen a los medios de comunicación y a periodistas de hacer mal uso de esos muertos. ¿Cómo asi?.
¿Qué se puede hacer, si las cifras son alarmantes?.
Con un colega español debatíamos sobre si existe o no una campaña en los medios por exacerbar los números de las víctimas.
Le explicaba al colega que no importa si son 17, 12 o diez los asesinados a diario en el país.
Debería de ser tragedia que muera un salvadoreño cada día. Detrás de cada muerto hay hijos, padres. hermanos, primos, abuelos que lo lloran. Hay una familia desgarrándose del dolor de perder a sus seres amados.
Los medios de comunicación no pueden dejar de contar esas lamentables tragedias o exaltar cuando los funcionarios se llenan la boca mostrándose complacidos que de 17 han bajado a 10 los homicidios. Señores, son diez vidas diarias, no son animales, perdonen.
Hace poco salió en la TV como se desgarraba una familia por su pariente que yacía muerto por la delincuencia. Eso no se puede ocultar.
A pesar de esas tragedias que vive el país, los salvadoreños no se han detenido en sus labores y actividades diarias.
En las canchas siguen viéndose niños y jóvenes jugando, a sus madres paseando a sus bebés, a los jóvenes no renunciando a la diversión nocturna, a las fiestas, a los paseos en sitios solitarios, a seguir viviendo la vida, a pesar de lo dura que ees.
No han renunciado los motoristas de buses y microbuses a seguir trabajando en esas unidades a pesar de que es sector es duramente golpeado.
Eso es lo que sigue sosteniendo al país, que la gente no ha renunciado a vivir, pese la amenaza que vive.
